La vida en este mundo es agotadora y tediosa; trabajo, tráfico, hambre, cansancio...
Y en el otro mundo, el de los sueños. Todo pasa tranquilo.
Puedes comer un helado tan grande como un coche, caminar sobre brillosos ríos de diamantina, elevarte sobre los aires, acariciar largas nubes de cristal y dejarte caer.
Y no sufir daño alguno.
En este mundo al océano le gustaría engullir la tierra, y llevarnos a vivir donde descanzan los barcos.
En el mundo de los sueños llueve poco, pero cuando lo hace, el cielo se torna de los mas bellos colores. Aquellos que tienen la oportunidad de estar en este mundo cuando llueve y voltean hacia arriba pueden observar también los mas felices momentos de sus vidas.
En el mundo real el tiempo golpea, hiere y perturba a los condenados a vida.
En el mundo de los sueños, el tiempo es un tierno cordero, basta acariciar su pelo suave para detener el paso de los años.
Uno de los hábitos de la mente es la invención de imaginaciones horribles, tales como el mundo real en que vivimos.
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