El proyecto

Si en algún momento de ocio, se sitúa usted en su muerte, no le imagino pensando en los bocadillos que ofrecerán esa noche.



No hay manera de que usted decida quienes serán invitados a su velorio.
Ni la alineación de las sillas, si será en la sala o en el jardín.

O si darán café o ponche.
A usted en lo particular siempre le han fascinado los pastelillos de rompope. Pero no creo que los hornée su esposa para los asistentes. A ella nunca le gustaron.


Si usted es precabido y piensa mucho en su muerte, talvez encuentren en su computadora (si tiene a bien dejar esta sin contraseña) un playlist con música que usted disfruta en vida, o que le parece conveniente para la hora de su despedida.

Ahora usted no piensa en la manera en que se comportaran sus familiares.
Pero habrá quien no pueda evitar una crisis y caiga al suelo estrepitosamente, llevandose consigo la bandeja de panecillos.
El llanto parece ser contagioso, algunos auxilian al caído, pero ahora todos estan descompuestos, se desabotonan las camisas, tiran los sombreros, gritan, balbucean y los menos se muestran desorientados en medio de esa vorágine.

Estos llantos despiertan en los mas cercanos a usted, bonitos recuerdos.
Tardes soleadas a su lado, la zarzuela en el 95, 12 días de vacaciones en los Canadá.

No estará ni un poco preocupado por saber quien dirá un discurso sobre usted, o saber qué dirá ese discurso.

Podría empezar de esta manera:

"Antonio fué un excelente padre de familia y un gran amigo..."

o de esta forma:

"Fernanda siempre fue una mujer con un corazón tan grande como un bosque..."

Imaginar estas bellas palabras podrían robar una que otra amarga lágrima. Pero eso no le provoca nostalgia ahora, porque no piensa usted en ello.

Aún así siente usted ese cosquilleo en el estómago.

Subirá la mirada sobre su frente, años, décadas adelante.

Talvez llegará a la conclusion de que este es el proyecto mas importante de su vida.