Javier

Javier, mi sobrino, es alumno de 10.

Es el abanderado en la escolta de su escuela.

Siempre es el primero en terminar y entregar el exámen.

En la clase de inglés tiene asegurado el primer lugar en Grammar, medalla de oro en Spelling, estrellita en la frente en Vocabulary. Todo eso además de que le cae muy bien a los maestros.

Javier como recompensa al esfuerzo que hace por mantener orgullosos a sus padres, recibe sin falta los domingos una jugosa motivación en moneda, regalos costosos en su cumpleaños, los juguetes que pide en Día de Reyes. Abrazos y adulaciones de parte de sus familiares. También el hada de los dientes se muestra generosa.

He de contarles que Javier además de ser dedicado en la escuela, es un niño muy brillante.

HAce 2 semanas, cuando recibió el certificado de la primaria, después de constatar que era un 10 su promedio final; obtuvo de parte de su tía Rubia (entre otros premios) ni mas ni menos que la cantidad de 100 pesos.

No sabía en que gastarlos y meditó durante largo rato.

No quería dulces, no quería botanas, el quería satisfacer los deseos mas bajos del alma...

Y se aventuro a retar a mi Mamá:

"Abuelita, te doy estos 100 pesos, si das un brinco de aqui a Six Flags"

Javier estaba seguro de que si perdía esos 100 pesos iba tener una sensacion de plenitud en el alma.